jueves, 3 de septiembre de 2009

Videos de capacitación


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viernes, 28 de agosto de 2009

Accidente con tranvia

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Prioridad de paso

Impresionante accidente de transito. Una vez más queda claro que las bicicletas no se ven en el tránsito habitual, especialmente cuando hay flujos alternativos o bifurcaciones del mismo. Les aviso que las imágenes son impactante, si son sencibles no las vean.


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miércoles, 26 de agosto de 2009

Cinturón de seguridad


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domingo, 1 de marzo de 2009

Sistema anti-corte

Lo nuevo



¿Como funciona?


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jueves, 12 de febrero de 2009

Despues de un accidente

Solemos pensar al manejar, que un accidente no nos va a ocurrir. Tal vez por ello nuestras conductas temerarias son las predominantes en la mayoría de los casos. Acaso, ¿hemos pensado lo que ocurre, cuando sale algo mal?. En el video que se encuentra a continuación, se observa el momento después, apenas minutos luego de un accidente. Se advierten que las imágenes a continuación son fuertes.


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Hallan un mecanismo natural que protege del trauma acústico

Hallan un mecanismo natural que protege del trauma acústico

Para desentrañarlo, crearon un ratón mutante que resiste sonidos de muy alta intensidad. La doctora Ana Belén Elgoyhen (al centro), con el licenciado Julián Taranda y la doctora Eleonora Katz Foto: Federico Castro Olivera

Nora Bär
LA NACION

Los oídos de los cazadores-recolectores deben de haber captado mayormente el rumor de la lluvia, el silbido del viento y el grito apagado de los pájaros silvestres.

Pero no se puede negar que el mapa auditivo de los habitantes de las ciudades del siglo XXI es diametralmente opuesto... y bastante más sufrido. Incluye desde el rugido de los trenes (80 decibeles), hasta los conciertos de rock (110 dB) y el estruendo de los motores de avión (de 120 a 130 dB).

Estas agresiones constantes, advierten los especialistas, conducen a la pérdida auditiva y al tinnitus (sonidos en los oídos que no provienen de ninguna fuente externa; los padece alrededor del 20% de la población mundial, y en el 1% es tan inhabilitante que la persona no puede desarrollar una vida normal).

Basta con delinear este escenario para comprender la importancia del trabajo que un equipo de científicos argentinos acaba de publicar en la revista PloS Biology :los investigadores lograron desentrañar un antiguo mecanismo natural que "apaga" el oído para protegerlo de sonidos que pueden dañarlo. El estudio abre la puerta a la búsqueda de fármacos que mimeticen este proceso bioquímico y ofrezcan una protección contra el trauma acústico.

"La mejor forma de evitar el daño en los oídos es prevenirlo; lo que pasa es que hay algunas situaciones en las que no se puede, ciertos trabajos, la guerra... De hecho, en el caso de los veteranos de Irak, son mayores los gastos médicos por tinnitus que por amputaciones", afirma la doctora María Belén Elgoyhen, que dirigió el equipo del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (Ingebi), del Conicet, integrado por Juan Taranda, Jimena Ballestero, Eleonora Katz y Jessica Sabino, con el que colaboraron investigadores de las universidades Tufts, Harvard, de California en Los Angeles y Johns Hopkins.

Hace tiempo que los científicos sabían que, a diferencia de lo que ocurre con otros sistemas sensoriales, que sólo traducen estímulos externos en señales eléctricas que viajan al sistema nervioso central, el procesamiento del sonido también es modulado por señales que viajan "en reversa"; es decir, del cerebro al oído.

"Una pregunta fundamental que nos hacíamos era cuál es el papel que cumple este feedback en nuestra capacidad de oír -explica Elgoyhen, que el año último recibió el premio L´Oréal a la mujer en la ciencia y hace más de una década está a la vanguardia en este tema-. Para averiguarlo, generamos un modelo animal [un ratón modificado genéticamente] en el que este sistema de neuronas esté sobreexpresado."

El abecé del oído

Según explica Richard Robinson en un comentario que acompaña la publicación, cuando las ondas de aire vibran, los huesitos del oído medio (martillo, yunque y estribo) transmiten esa vibración al fluido del interior de la cóclea, que a su vez distorsiona los diminutos cabellos de una capa de células llamadas ciliadas. Las ciliadas internas activan las neuronas del nervio auditivo. Estas señales viajan al cerebro y oímos la música, por ejemplo.

Las ciliadas externas, por su parte, responden a las vibraciones elongándose o acortándose. Con estos movimientos, amplifican el sonido y la sensibilidad del aparato auditivo.

Pero, y esto es lo más sorprendente, también tienen otra propiedad: al igual que las internas, hacen contacto con las neuronas, pero no para enviar mensajes, sino para recibir los que manda el cerebro. Cuando estamos en presencia de ruidos fuertes, estas neuronas liberan un neurotransmisor, la acetilcolina, que al unirse con receptores de estas células reduce su capacidad de cambiar de forma y, por lo tanto, inhibe la amplificación de los sonidos.

"En el ratón que diseñamos -explica Elgoyhen-, introdujimos una mutación puntual que produce un efecto drástico. Su respuesta a la acetilcolina es mucho más prolongada y fuerte que en los silvestres. El sistema funciona «a lo loco» y, como consecuencia, los animalitos resisten sonidos que están más allá del límite normal para su especie. Son increíblemente resistentes al sonido intenso que induciría pérdida definitiva de la audición."

Dado que la naturaleza dotó a la cóclea de una sensibilidad tan exquisita como para captar hasta los sonidos más tenues, cabe preguntarse por qué incorporó también un sistema para atemperarla. Una de las respuestas, afirman los científicos, es que de esta forma el cerebro puede "apagar" la cóclea y protegerla del daño que le ocasionan los ruidos intensos.

Pero habría, además, otra explicación: esta inhibición también ajustaría la resolución temporal y la localización del sonido, capacidades que, entre otras cosas, tienen un papel fundamental en el aprendizaje auditivo, tan importante en la adquisición del lenguaje.

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lunes, 9 de febrero de 2009

El trabajo no es salud. Mito y realidad de la 'cultura del trabajo'

La Salud Laboral pertenece a los tiempos largos de la historia. Alcanzarla requiere sistemas propios de información y cumplir con lo escrito y prometido. Si el trabajo es salud, que no nos enferme

La conflictividad laboral es un continuo histórico y universal bajo el binomio capital-trabajo. Dentro de ese marco donde caben todas las expresiones de la producción capitalista, los riesgos ocupacionales y los mal llamados accidentes de trabajo, son el clásico embate que enfrenta el derecho laboral argentino para velar por el respeto de todos los trabajadores y sus derechos reconocidos en el artículo 14 de la Constitución Nacional. Su contenido, jamás realizado, es una denuncia permanente de traición e injusticia porque los derechos existen si se los ejerce.

La mayor intensidad del trabajo y la extensión de las jornadas son las variables esenciales para aumentar la productividad, la ganancia y el siniestro en la salud del trabajador, sea enfermedad profesional o los previsibles accidentes de trabajo. Rara vez, se puede atribuir el crecimiento económico a una ampliación de la infraestructura dada o a la incorporación de nueva tecnología.

En este sentido, para rastrear las políticas en Argentina, el siglo XIX es clave, ya que accionó el acelerador a fondo para imponer la 'cultura del trabajo'. Los campos ya estaban oréganos y alambrados, los ferrocarriles marchaban sobre rieles hacia las zonas de alta productividad y el colonizador en sus marcas aguardaba mano de obra a granel. En tanto el Estado creó una legislación para regular las condiciones en que las personas debían incorporarse y relacionar en el Mercado como fuerza de trabajo. La metodología se amparó en leyes contra la 'vagancia', la represión o muerte a quien se negara a trabajar. El 'certificado de buena conducta' exigía por lo menos un conchabo.

Así las cosas, el imaginario colectivo fue construyendo la 'cultura del trabajo' como práctica de gente honrada y saludable.

A su vez, la inestimable ayuda de los multimedios de comunicación que manipulan y escamotean información como cómplices interesados, redondean el panorama.

El continente Latinoamericano produce el 60% de fuerza de trabajo precarizada aumentando la posibilidad de riesgo laboral.

En Argentina, cortos circuitos, evacuaciones por incendios, intoxicaciones y derrumbes, voladuras de fábricas de aerosoles, mineros atrapados en Río Turbio, trabajadores de subterráneos embestidos por algún tren o los obreros de Aluar aplastados por un techo, se alzaron con la vida de cientos de trabajadores. Como tantas situaciones, ocurren a diario y sólo tienen prensa cuando ya ocurrió un hecho trágico que se presenta como aislado. La noticia es "La mampostería impactó e hirió en la cabeza a un trabajador" y el diagnóstico de la ART sobre la salud del trabajador es 'traumatismo contuso-cortante con pérdida de conocimiento' . Pero el verdadero diagnóstico fue el castigo que le zampó la empresa a un empleado díscolo enviándolo a un salón precario a trabajar, por ejemplo.

La Superintendencia de Riesgos del Trabajo dio cuenta que en el año 2006 los accidentes crecieron un 14% respecto del año anterior a pesar del ciclo expansivo de la economía. Porque la siniestralidad laboral es un fenómeno mundial resultante de la permanente búsqueda de mayores índices de producción y rentabilidad.

Según la OIT ocurren unos 430 millones de accidentes laborales al año en el mundo, de los cuales 270 millones corresponden a accidentes de trabajo propiamente dichos (AT) y 160 millones a enfermedades profesionales (EP). Del conjunto, unos 2 millones de personas mueren año tras año.

Los siniestros son informados por las empresas a las ART según las normativas vigentes, pero no incluyen los accidentes de los trabajadores informales que conforman más del 40% de la fuerza de trabajo en Argentina pues no están registrados.

El Estado abandonó su responsabilidad de proteger la salud laboral, cediendo terreno al sector privado con las aseguradoras de riesgos profesionales, mercantilizando este derecho con políticas desregulatorias.

Los mayores riesgos en Argentina se registran en la construcción y la agricultura, dos sectores que emplean mayor cantidad de trabajadores en negro. Puede admitirse entonces, sin lugar a equívocos, que estimaciones no oficiales eleven la cantidad de accidentes laborales en casi al doble de los notificados y que el número de muertes se eleve a 2.000 al año.

El 50% de los accidentes se produce en las PyMES. Un alto porcentaje de ellos, donde hubo accidentes seguidos de muerte de trabajadores, no se registró presencia de las ART desarrollando planes de prevención. Lo contrario, significaría perder clientes.

Aunque creció la cantidad de trabajadores con cobertura de las ART las cifras se corresponden con las tendencias mundiales de mayor imprevisión de la salud.


La Argentina tiene una Población Económicamente Activa de casi 15 millones de personas.

Luego de la década del '90, centrada en las privatizaciones y desmantelamiento de las empresas del Estado, el crecimiento económico despuntó hasta llegar entre un 8 y 10% anual basado en la exportación de soja, trigo y maíz y un aumento a la par del PBI. El empleo se incrementó en un 5.40% y por cada punto porcentual de crecimiento industrial aumentó un apreciable 0.65% el empleo.

El Código redactado por Eduardo Acevedo y Dalmacio Vélez Sarsfield, sancionado en 1859 para el Estado de Buenos Aires y en 1862 para toda la Nación, incorporó por primera vez en la legislación argentina el principio del riesgo profesional.

La primera Ley de Accidentes de Trabajos fue sancionada en 1916 y con modificaciones estuvo vigente hasta 1996.

En 1949 la nueva Constitución Nacional consagró los derechos de los trabajadores con una distribución del PBI del 45% para la clase trabajadora. Pero los altibajos de la historia echaron por tierra conquistas fundamentales como las derogaciones de leyes sobre la materia, durante el gobierno menemista que en 1996 creó el sistema de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo, entidades con fines de lucro, y la Súper Intendencia de Riesgos del Trabajo (SRT).

De las 29 aseguradoras que actualmente operan en el mercado, 7 de ellas concentran alrededor del 70% de los casi 7 millones de asegurados.

Dos leyes esenciales protegen la salud laboral: Ley de riesgos del trabajo y Ley de higiene y seguridad en el trabajo.

Pero los empresarios manifiestan su oposición a que los trabajadores puedan recurrir a la Justicia Civil en reclamo de injustos resarcimientos y a su participación y creación del delegado sindical de seguridad y salud en el trabajo, entre otros cuestionamientos.

El sector social más castigado es la niñez excluida de casi todo, la que silenciosamente denuncia a fondo tanta perversidad. Y en condiciones que no mejoran será la niñez desnutrida, sin fuerzas para luchar por una vida digna.

En Argentina hay 57.000 niños, niñas y adolescentes que trabajan con el cartón y otros desperdicios arrojados en la vía pública.

Los riesgos son permanentes: cortes en su cuerpo, contaminación, enfermedades de la piel, infecciones diversas e incluso la muerte.

La porteña Ley 992 no contempla el trabajo infantil. Pero se ha inscripto en el Registro Único de Recuperadores a menores de 14 años. Dicho de otro modo: se legalizó el trabajo infantil.

Según datos del INDEC de 2006, son más de 400 mil chicos de entre 5 y 13 años, 6% del total de niños de esas edades, involucrados en trabajo.

Las reivindicaciones en el marco de esta conflictividad en general, no alcanzan aún la clásica categoría del reclamo salarial. La persistencia de la precariedad laboral y el temor a perder el trabajo llevan a naturalizar lo que es una real creación.

El castigado gremio de la Construcción reaccionó con medidas de fuerza y a nivel nacional sólo ante casos fatales y múltiples. Un ejemplo de ello fue el grave siniestro en Minas de Río Turbio donde murieron 14 mineros y el pueblo vengó su dolor con una rebelión en la Patagonia.

Trabajadores del Neumático de la Provincia de Buenos Aires y Telefónicos de Capital Federal realizaron específicas denuncias sobre los efectos de la precarización laboral en la salud. En esa línea también trabajó la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución.

En 1997 se llevó a cabo el primer Encuentro del MERCOSUR de Salud y Trabajo para Sindicatos y Universidades y la creación de la Red de Salud, Trabajo y Ambiente de esa región.

Las negociaciones colectivas son un espacio propicio si se llega con propuestas muy trabajadas con bases amplias de acuerdo. Puede aspirarse también a negociaciones más frecuentes, entre convenio y convenio, que finalmente devienen actas con fuerza de convenio. Hoy, en la mayoría de los convenios colectivos el tratamiento de condiciones de trabajo y salud no hacen referencia a especificidades de la actividad que se trate sino al cumplimiento de leyes en general.

No cabe duda, la Salud Laboral pertenece a los tiempos largos de la historia. Alcanzarla es un gran desafío que requiere sistemas propios de información con la mayor participación y exigir el cumplimiento de lo mucho escrito y prometido. Si el trabajo es salud, que no nos enferme.

Fuentes consultadas: Red de Salud en el Trabajo de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames) – Periódico 'El Aromo' - Tel (Taller de Estudios Laborales) – Argenpress (Eduardo Lucita, economista).


Fuente: Meriem Choukroun en Argenpress 5-2-2009

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miércoles, 21 de enero de 2009

Accidentes en la oficina

En tono de humor es bueno ver los distintos accidentes que pueden darse en una oficina. En este video, claro esta, se producen en cascada, cosa no habitual de ver. Sin embargo los hechos aislados si son comunes y fuente de lesiones y heridas, algunas veces importantes.



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lunes, 19 de enero de 2009

Concentración al volante

La importancia de mantener la concentración durante el manejo es la base de un comportamiento seguro como conductores. Aca se puede ver una mirada superadora a la habitual de creer que es solo una cuestión de usar o no celulares durante el manejo.



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